domingo, 26 de agosto de 2012

Amanecer X... otro capítulo de la historia.

AMIGOSSSSSSSSSSSS HOYYYYYYYY SEGUIMOS LEYENDO MI ÚLTIMO LIBRO "AMANECERES"...

Gracias por el tiempo que usan para leer mi blog, por estar ahí enfrente de la computadora, por ser...

Les cuento que he sido invitada a la ciudad de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, Argentina,  el día  sábado 13 de octubre. La presentación será en la casa-museo del escritor Olegario V. Andrade... así que esto me llena de emoción.

Mientras tanto seguiré andando las ferias y los cafés literarios de Buenos Aires y alrededores.

El domingo 9 de septiembre en la plaza de Carapachay, Vicente López, Pcia Buenos Aires.

Fin de semana del 29 y 30 de septiembre en la F.L.I.A Capital...Feria del libre independiente y autogestiva.



Y entre tanto, los invito a leer el capítulo de hoy...




Amanecer X
 De Graciela boticaria Amalfi.


        El despido de hace dos meses quedó atrás, Martín lo recuerda apenas como un mal rato. El grupo que conforma con Milena y Alejo, logra afianzarse más rápido de lo que pensaba. Los ensayos son más seguidos, los compromisos también.
Manuel, su hijo, lo acompaña los días en que coincide con su salida semanal y el encuentro con la banda. Golpear el cajón peruano es un entretenimiento casi perfecto, para un chico de tres años, que debe cambiar pelota por caja, consola por cencerro. Los triángulos con su forma son los preferidos por su padre. Los palillos golpean al cajón, a la mesa o al cuero de los instrumentos cubanos.
   A Laura le molesta mucho toda esta situación. Dice odiar a la música y a los músicos. Tal vez por creer que la dueña de los fa, re y mi… fue la culpable del abandono de Martín.

_No quiero a mi hijo metido en esas historias_ dice su ex mujer.
_Lamento decirte que mi vida es ésta, soy su padre y él mi hijo. Lo siento por vos, como decía mi abuela “lo que se hereda no se quita”.

Eternas discusiones, que sólo llevan a una isla de angustias, que nada tiene que ver con la verdadera historia. Esa historia que Laura insiste en escribir sobre un papel ajado, roto y descuidado.
Su vida de hija huérfana, criada con una tía aburrida y demandante, sin duda, influyeron en sus pensamientos y en el día de todos, en el todos los días. No tiene hermanos, ni primos, ni amigos, ni nada. Rara vida de una chica de veinticinco años de este siglo. Su mirar para adentro la aleja cada vez más de la tierra. Hasta siente la distancia con su hijo. Martín muchas veces nota a una madre ausente y que huye a algún lugar imaginario de locura o de tinieblas. Tampoco a él le gusta que su hijo copie a su madre, la imite, la siga.

Manuel pasa a ser el objeto en disputa, como es común. Está entre tonos agudos y graves, entre desesperanzas y olvidos. Manuel es un trofeo ganado o perdido, ganador o perdedor, la vida le indicará el camino a seguir sino se pierde en el mundo de sonidos materializados o de gritos de una madre que lo cría a su modo. El mismo modo en el que la criaron a ella: mal. La criaron mal y ella repite la escritura en el mismo descuido, en el mismo renglón. Una cachetada que le dio su tía, una que fue la primera y después vinieron dos, tres, más. Un montón que fueron formando una fila para dar el presente en su carita llena de pecas. Y esas lágrimas que aparecían y se secaban en la funda blanca de una almohada dueña de sus secretos. Pobre nena desorientada. Triste nena abandonada.
Todo esto siempre conmovió a Martín. Su cara no conoce bofetadas, sus oídos no saben de gritos, su compañía no incursiona soledades. Laura lo atrajo con su relato de vida, el día que la conoció, un domingo otoñal en Plaza Francia. Él tocaba su cajón peruano, mientras un amigo con su guitarra cantaba un tema del norte argentino. Y ella se acercó y le habló. Se quedó escuchándolos un rato, después se fue por el medio de la plaza, pisando las tontas hojas que quedaban hechas añicos debajo de sus zapatillas. Los jóvenes volvieron al lugar con sus canciones y la gorra, que pasaban para que los que se sentían atraídos por esa música les dieran algunas monedas o algún billete de los de bajo valor. Laura iba a veces, no todos los días. Los miraba desde lejos, se fue acercando un poco y otro poco, hasta que al final se acercó del todo y empezó a hablar con Martín. Y otro día les trajo un termo para hacer mate y otro día le dio su teléfono y otro día se fueron juntos y pasaron la noche entera.
Amaneció. Y esa mañana los encontró y otras mañanas también. Y un test positivo y un bebé por llegar y un tener que ir a vivir bajo el mismo techo.
Y muchos amaneceres los vieron juntos, hasta que el final amaneció nublado y después llovió y después lo de hoy, lo de ahora, lo de todos los días. Ese papel ajado, esas lágrimas desarmándose  en un presente de  fundas oscuras y silencios sin sonido. Esa nena, esas pecas, esa música desorientada que la observa y no sabe qué hacer con esta mujer.
  Maldito papel donde su vida se escribió con un montón de manchas negras.
  Maldito amanecer… el de hoy.

 Extraído del libro "Amaneceres"
AMALFI,GRACIELA.
 Amaneceres- 1a ed.-Ciudad Autónoma de Buenos Aires: el autor, 2012
88 p.; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-33-1798-9         
1. Narrativa Argentina. 2.  Novela. I. Título
    CDD A863





No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Dejá tu comentario acá...me gusta saber tu opinión acerca de lo que publico...el blog es para los lectores...gracias y con abrazo boticiario.

Apegos feroces, de Vivian Gornick