martes, 22 de mayo de 2012

Historias enfrentadas, en tres escenas.

HOLA AMIGOS DE MI BLOG BOTICARIO... EN ESTE POST COMPARTO CON UDS MI ÚLTIMO CUENTO PUBLICADO. EL MISMO FORMA PARTE DE UNA ANTOLOGÍA DE NARRATIVA DE CREADORES ARGENTINOS, LLAMADA "LA CONFESIÓN DEL SILENCIO".

La entrega de diplomas y libros por haber participado de la misma, fue el 19 de mayo en la Academia Argentina del Lunfardo, en la ciudad de Buenos Aires.



Historias enfrentadas.
Autora: Graciela Amalfi.
Escena I

    El agua corre oculta, atraviesa el agujero del camarote, se choca con algunas ratas hambrientas y las ahuyenta. Sigue… espanta a unos tachos amontonados en un rincón, los que caen al piso haciendo  ruido a lata vacía. Hay roedores colgados de los tachos, queriendo calmar su carácter famélico. Tontos bichos, si en esos recipientes ya ni comida para ratas queda. Se terminó todo. Todo es oscuridad, hasta la luna se va. Sale corriendo ella también frente al infortunio de un barco perdido en ultramar.
   Se pierde la noche, las olas se hacen grandes, cada vez más poderosas. Los esqueletos de los piratas se chocan y hacen ruido a huesos secos, miran como si quisieran salir y escapar de su prisión. “Escapar”, ya no hay tiempo para pensar tonterías. El tiempo de la huída, del sálvese quien pueda… pasó, se fue a otro lado.
   La madera está muerta como las tibias, los peronés y las clavículas de los hombres que alguna vez fueron. Una bandera hecha un trapo andrajoso y mugriento que ni siquiera sirve para secarme estas lágrimas que acaban de aparecer por mi cara. Tontas lágrimas y tonto yo. Acá parado en medio de un barco abandonado, el que pensé que sería mi salvación. Salvación rodeada de oscuridad, muerte y abandono…
  Y el agua que corre y me moja en este camarote que todavía resiste la torpeza del capitán y la bronca de la tempestad. Apenas puedo tomar apuntes, no se ve bien y afuera más agua, la del mar y la que cae por esta lluvia de días. No puedo ver el sol y tengo hambre como esas ratas mugrientas que corretean y pasan a mi alrededor y los tachos… sin comida. Tengo frío, tengo hambre, tengo fiebre, tengo nada. Yo también quiero escapar como estos huesos que ruedan por el piso. Cómo diablos llegué acá, no lo recuerdo, mi cabeza no funciona, mi mente está en blanco o mejor sin colores. Acá no hay tiempos para colores, ni para funcionar, ni para recuerdos…
  Y la mesa está lista, mi plato preferido preparado para digerirlo como si fuera la última vez. Le agrego queso y la cosa está más rica. Mi perro descansa en la alfombra, me mira como preguntando con quién estoy hablando si no hay nadie conmigo. Sólo él y yo. Mi perro y yo. Me sirvo un vaso de vino. Rico vino que me regaló Ignacio. Lo trajo de una bodega de La Rioja, hace un tiempo bastante largo. Me sirvo un vaso y otro y otro.
  Intento recordar… ese barco, las ratas, los huesos. Las ratas corriendo alrededor de mí y tocándome los pies. La fobia por esos bichos escurridizos, que no paran y que chillan y me miran y quieren penetrar mis ojos. Sus ojos y los míos se enfrentan en un litigio sin formas, en el que sé que perderé. Como en el barco, pierdo acá también.
  Abro otra botella y la tomo sin servirla en una copa, para qué perder el tiempo en eso. Acá lo que falta  es tiempo, tengo que apurarme, las ratas ya están corriendo por mis brazos y mis piernas, el chorro de agua me está ahogando. Todo el vino que tengo en casa no me alcanza para entrar en razones y saber qué está pasando.


Escena II.

   El tren llevándome sola por un lugar desconocido. Sola. Y la locomotora que cada vez va más rápido, no hay nadie, ni conocidos ni de los otros. Literalmente nadie. Ni un miserable animal, nadie, sola en medio de esa carrera a la que me obligaron, yo no quería estar acá, pero este tren apareció así de golpe, sin presentaciones, ni posibilidad de elección. Su furia es arrolladora, cómo hago para escapar. No puedo bajar. Mi vista se nubla, no veo bien, quiero gritar, tampoco puedo. Igual grito, pero de mi garganta no sale ni un mísero sonido. Las vías me miran con una risa burlona invitándome a abrazarlas. La máquina sigue corriendo y aprieta las vías y me aprieta a mí. Ahora casi no puedo respirar. Todo me alucina, la impotencia me acurruca en su pecho, “arroró mi niña”. No hay sol, ni luna, ni siquiera cielo. Desespero. Desespero y busco una salida. El tren sigue, las vías también.
  Camino hasta la locomotora, quiero conducirla, no sé hacerlo, lo intento. La loca máquina no me obedece, parece estar guiada por cuerpos etéreos, fantasmas salidos de un libro de pesadillas. El tren corre veloz, salpica todo lo que está a su paso, sale del carril que le marcan los rieles. Sé que como yo va en busca de algo. Aminora su marcha… llega. Enfrente del tren hay un barco abandonado y en el medio, estoy yo, mirando para todos lados sin saber quién soy.

Escena III.

  Mientras un hombre con ratas colgadas de sus ropas sale de un barco siniestro, una imagen espectral de mujer cae de un tren. Abandonados los dos,  se miran, se observan, parecen entenderse.
  Llegar hasta la isla que está enfrente se hará más fácil si lo hacen juntos. Marchan: él, sacudiéndose las ratas, ella, sintiéndose segura con los pies en la tierra.
  Prefieren no mirar para atrás. No lo necesitan. Los dos saben que a sus espaldas queda un barco carcomido por la soledad y un tren avasallante detenido. Ese tren y ese barco que intentaron tragarlos, pero no pudieron hacerlo.
  Ahora… los huesos de un hombre viejo se acomodan para tirarse al sol en la isla de su historia y una imagen sin contornos elige un lugar a su lado.

  FIN

Graciela “boticaria” Amalfi.



domingo, 13 de mayo de 2012

Amanecer VIII

HOLAAAAAAAA AMIGOSSSSSSSS DE MI BLOG... YA ESTAMOS PROMEDIANDO LA HISTORIA DE NUESTROS "AMANECERES"... HOY NOS TOCA EL CAPÍTULO VIII... LLEGAREMOS AL FINAL CON EL XVII.

EL DOMINGO 6 DE MAYO ESTUVE EN LA FERIA DEL LIBRO ITINERANTE DEL OESTE EN LA LOCALIDAD DE MORÓN.
 EL LUNES 7 DE MAYO EN EL STAND DE LA S.A.D.E EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES .
 EL DOMINGO 13 DE MAYO EN LA FERIA DEL LIBRO INDEPENDIENTE Y AUTOGESTIVA, CON MIS LIBROS Y EN ESTA ÚLTIMA LEYENDO ALGUNAS DE MIS HISTORIAS A LAS 15.00 HS. (EN EL BARRIO DE POMPEYA/ CABA).


QUE LES GUSTE ESTE CAPÍTULO.
VAYAN MIS ABRAZOOOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSSSSSSSSS BOTICARIOS !!!!!!!!!!!!!!
GRACIAS POR PASAR POR ACÁ... LOS QUIERO SIEMPRE.



Amanecer VIII



        Milena llega al viernes rápido y corto. La noche la abunda y va al pub de siempre. Ahí donde se divierte con su gente amiga. Esta noche le toca exponer sus pinturas. Las que eligió, sus tres pinturas preferidas: la del viejo sentado en el sillón con su bastón, la de los caballos levantando polvareda y la del barco arribando a una isla desierta.
     En medio de una tormenta que algún dios olvidó desatada, las olas se hacían gigantes y chocaban y apretaban a un  barco perdido en medio del mar. Y una isla que se ve desde lejos, llena de árboles, con bordes de arena y algún habitante. Y encalla en esa tierra del Caribe, se hace grande, la choca y la aprieta. Una isla y un barco sin colores, se mezclan entre negros, blancos, grises y pasteles, para terminar estampados en un lienzo rectangular. Ese mismo lienzo que ahora está a la vista de todos. Chocando las miradas, apretando los tiempos y agrandando su tamaño ante cada ojo que se interna en su mundo.
    En medio de una lluvia enloquecida y muda, el viejo descansa en su bastón, mira, duda y teme. Miedo al agua que cae con fuerza y golpea en un vidrio arrugado y sucio o quizás temor a una vida también llena de arrugas y mugrienta. El sombrero lo protege de las gotas más veloces y de las miradas con sol de otro día. Piensa, calcula y fantasea. Su sueño es atrapado y quedó para siempre en otro lienzo rectangular. Y ahora todos lo miran, lo piensan y le temen. El viejo no sabe qué hacer: quedarse ahí en medio de la exhibición o escaparse silencioso, ayudado por su bastón y su sombrero.
   En medio de la tierra revuelta y arrebatada corren los caballos. La última competencia está por llegar a su fin, por lo que deberán lucirse, no quebrarse, no caer y seguir en un vuelo rodeado de polvo y azul y olores y sabores de todo, de mucho, de lo que saben. No es la primera vez… será la última, por lo que deben llegar enteros a la meta. Son blancos, son tres, son negros. Son los caballos enceguecidos por ese lienzo  que los aprisiona en un rectángulo y no los deja seguir. Intentan salir, atravesarlo, pero no pueden. Quisieran ser viejo con bastón y sombrero o a lo mejor un barco sin colores. Ya no quieren ser caballos, ¿para qué?, si saben que nunca llegarán al final.
  Las felicitaciones por tres se multiplican, Milena ríe, disfruta y se divierte. Se divierte ahí con sus amigos, los de siempre, los que saben pintar con acuarelas multicolores su mundo de desayuno, trabajo y facultad. Rara rutina impregnada del arco iris entero y sin mezquindad, del arco iris que sabe hacerla feliz otra noche más… hasta un nuevo amanecer.


AMALFI,GRACIELA.
 Amaneceres- 1a ed.-Ciudad Autónoma de Buenos Aires: el autor, 2012
88 p.; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-33-1798-9         
1. Narrativa Argentina. 2. Novela. I. Título
    CDD A863


Fecha de Catalogación: 06/02/2012

Contacto con la autora:
gracielaamalfi@gmail.com
www.facebook.com/Boticaria Letras Desarmadas Amalfi


Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN 978-987-33-1798-9
Impreso en Argentina. Derechos reservados.


martes, 1 de mayo de 2012

AMANECER VII

AMIGOS DE MI BLOG ACÁ PUBLICANDO EL VII CAPÍTULO DE "AMANECERES", MI ÚLTIMO LIBRO.
Les cuento que fue muy emocionante estar por 1º vez en un stand de la Feria Internacional del Libro , acá en Buenos Aires. 
Aún tengo dos días más para ir : el viernes 4 de mayo y el lunes 7 de mayo ( cierre de la feria).
Que les guste este capítulo, al que considero el más triste de la historia de mis personajes de papel , en estos relatos agrupados en 17 amaneceres.


Amanecer VII



        Alejo amanece con un viernes distinto. Después del show de la noche anterior ya nada es igual. Su cara sonríe sola, aunque nadie la mire. Enciende la tele con su café negro ya listo, entra la noticia en sus ojos, mira y vuelve a mirar. Cambia de canal, todos dan el informe del desgraciado accidente de la noche anterior. La noche de su gran show, su noche, su jueves a la noche.

    Un avión de cabotaje se había incendiado en pleno vuelo. La tragedia se muestra así como debe hacerse, dura y cruel. La lista de los muertos se lee en la pantalla: cuarenta y cuatro personas, los apellidos ordenados alfabéticamente: Álvarez, Bustos, Campís…y se detiene en Fidalcci.… Carolina Fidalcci. Ése no es un nombre cualquiera, ése es un nombre que Alejo conoce muy bien, no hay margen de error, ese nombre que recita el periodista es el de una azafata. Su última novia se llama Carolina Fidalcci, es azafata y trabaja en esa aerolínea.

    Piensa en llamar a algún familiar de la chica, para estar seguro del hecho, pero cree que no corresponde. Primero porque no sería oportuno, segundo porque esa gente había sido la culpable de la ruptura de ellos dos.

   Con el saxo en sus manos, no pudo evitar errar varias notas, cuando ella le planteó el fin definitivo de la pareja. Dos años juntos no habían sido poco. Le preguntó si había algún “otro”, su “NO” fue contundente y casi ofensivo. Ella no podía seguir eternamente con un músico, que pretendía vivir de su música, en un país en donde se sabe que eso es muy difícil. Ella tenía una carrera por delante. Él hablaba de un futuro incierto, colmado de notas musicales y nada más…

   Cuando estrenaba en público el saxo en ese pub de Palermo, Carolina se le había acercado y le había dicho que le gustaba su música, que la transportaba, que sentía admiración por lo que hacía. Empezaron a verse los fines de semana, después día por medio y al final terminaron compartiendo la misma casa. La casa de Alejo. 

   Su final y su meta, se ven truncadas así, sin pedir autorización ni pagar peaje. Ironía de la vida o mejor de la muerte. Estos son los pensamientos que dan vueltas  en la cabeza del músico.

   La cara de ella se presenta ante él como siempre, sonríe y pregunta, hiere y suaviza. Palabras dichas y confusas, perdidas y solas. Alejo no sabe si salir corriendo para intentar ver su cuerpo por última vez o quedarse tirado en el sillón, pensando, tocando su tema preferido, “No woman, no cry” de Bob Marley. No sabe si seguir mirando la tele, la noticia repetida y esos canales que no pasan otra cosa y su foto en la pantalla y su foto guardada ahí en un cajón del  escritorio. “Un futuro asegurado por un sueldo digno, un mundo de gente por conocer”, todo va y viene, se escapa y regresa, vuelve y huye, la desea entre sus brazos y la quiere olvidar. Juntos recorrieron tantos mundos, “y nos separamos para siempre y la ilusión se rompió”. Y esa familia detrás, que apoyaba a una hija con un futuro promisorio y la madre del joven que no confiaba en su hijo músico.

 Ella y su propia madre. Dos mujeres. Las dos augurando un fracaso para su vida. Qué podrían saber ambas de él y de su pasión. La comodidad y la cobardía iban de la mano y hoy tropezaron con la muerte. La muerte que se les ríe en la cara y les dice que ella es la dueña de todo y de todos. Acá, él y su saxo llorando, acariciando la vida, mirando de reojo esa foto en donde estaban juntos, Carolina y Alejo. Su sonrisa pegada a la suya. Su vida alejada de la suya. Un camino que se empezó a dividir tiempo atrás y que ahora queda sin final. Una  historia que se presenta con angustia, simple y dura, como siempre se le ha mostrado. Cerrar un capítulo, empezar a caminar otros renglones, mejores o peores, no lo sabe. El fin de ellos dos se escribe con seguridad hoy. Habrá un duelo que vivir.

   Sale de su casa, camina entre la gente que molesta su paso, quiere llegar rápido al parque. El verde del pasto lo invita a sentarse debajo de un árbol, desde donde caen hojas. Un colchón otoñal invade su espalda y un cielo límpido lo mira. Ese mismo cielo que aprisionó a su ex novia entre sus colores, la asfixió y se la arrebató para siempre. 

   Cierra los ojos y se queda dormido, soñando.

   Esperando…  otro amanecer.


EXTRAÍDO DE MI ÚLTIMO LIBRO.
AMALFI,GRACIELA.
 Amaneceres- 1a ed.-Ciudad Autónoma de Buenos Aires: el autor, 2012
88 p.; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-33-1798-9         
1. Narrativa Argentina. 2.  Novela. I. Título
    CDD A863










 GRACIAS POR LA LECTURA...

LOS QUIERO SIEMPRE!!!!!!!!!!!!

GRACIELA "BOTICARIA" AMALFI.



Apegos feroces, de Vivian Gornick