domingo, 18 de agosto de 2013

Leyendo en "La Serendipia"/ Día del niño.

HOLA A TODOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!!!!
EL SÁBADO 17 DE AGOSTO, TUVE EL PLACER DE SER UNO DE LOS INVITADOS A LEER EN EL CICLO DE ESCRITORES: "LA SERENDIPIA". EVENTO REALIZADO EN EL BAR MORDISQUITO, DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. COORDINADO POR LAS ESCRITORAS, MARÍA JULIA DRUILLE Y LILIANA LAPADULA.

Entre mates y cafés, oímos poesias, cuentos y canciones. Acá les dejo algunas fotos.


Para terminar este post, les dejo este cuento de mi primer libro "Des palabras armando".
Gracias por pasar por mi blog boticario. Dejen comentarios, ellos me ayudan a seguir aprendiendo de mis queridos lectores.

Aprovecho para decirles : Feliz día del Niño para tod@ssss mis amig@s y sus hij@s y sus niet@s y sus sobrin@s... Acá les dejo uno de mis cuentos, un placer para mí si lo pueden leer...Graciassssss/ Graciela

                                       EL REGALO DE CUMPLEAÑOS

 Y era ese un día de verano, el día del cumpleaños de Martín. El tío Horacio decidió mandarle un regalo enorme. Enorme, extravagante, inmenso.
 Martín y mis hermanas, se acomodaron de forma antagónica y egoísta, alrededor del trofeo. Papá lo abrió con sutileza, sin piedad, dejando caer su sonrisa ante la sorpresa de los chicos. Sorpresa respirada con la astucia de chicos absortos, mudos y petrificados.
 El papel era delgado y suave. Vulnerable. Una mano habilidosa había dibujado en ese pedazo de hoja, monos de colores, murciélagos acobardados ante el sol, golondrinas sin alas para escapar.
 Martín, mis tres hermanitas y papá, no pudieron dejar de admirar el zoológico desplegado ante sus ojos. Y faltaba lo mejor, lo que estaba adentro de ese matorral de fieras.
 El cortaplumas brillante y afilado y quebradizo y lustroso, comenzó a caminar por el papel, lo atravesó, lo enterneció hasta que la muerte vino por él.
 El envoltorio crujió ante nosotros. Se oyó el crash emitido con un grito sin forma, deslizándose en los pies de papá.
 Y al fin apareció el objeto, el que al principio llamamos extravagante y enorme. De verdad era enorme y extravagante.
 Deslumbró ante los ojos de Martín, de mis tres hermanitas y de papá: una locomotora de tamaño diez veces menor a una real. Hasta el silbato era verdadero. Sonaba tan fuerte que nos aturdió.
 ¡Qué susto y qué sorpresa al mismo tiempo! Uf, al fin estábamos cara a cara al misterio. Misterio de niños, de niños con inocencia que volaba, volaba subiendo y bajando la superficie del papel, papel de regalo con olor a picardía.

 Martín subió al vehículo y empezó a dar vueltas por todo el lugar. El vehículo que rodaba y jugaba y naufragaba y quería más.
 Su ruido, su humo, su olor, eran iguales al ruido, al humo y al olor, que escupía la vieja locomotora que estaba en el museo del pueblo. La locomotora, que contaba mil historias de travesuras, de risas y de juegos.
 La vieja locomotora en la que papá y el tío Horacio viajaban cuando eran chicos.
 Esa locomotora que además de vieja, estaba arrugada por el abandono. Abandono de un pueblo… sin recuerdos y sin memoria.


Graciela Boticaria Amalfi/Extraído de Des palabras armando/ Edición Milena Caserola.

viernes, 2 de agosto de 2013

Próximamente en su Sala favorita: "El escape permitido"


Hola amigos blogueros...una vez más gracias por andar por acá.
Primero les cuento que durante este mes, estaré leyendo algunas de mis historias desarmadas y vueltas a armar en:

-Domingo 4 agosto en Angel Carranza 1969/ Bar Cultural La Jalapeña/ Palermo/ Buenos Aires/Argentina.
 Alrededor de las 21.00. También música + arte plástica + música. Evento gratuito.

-Sábado 17 agosto en Pasaje Discépolo 1830, Centro Cultural Mordisquito ( este pasaje está ubicado entre Av Callao y Riobamba)/ Buenos Aires/ Argentina.
 Alrededor de las 19.00 hs. También otras lecturas y música.
Evento gratuito.

Ahora una nueva historia, creo que no la conocen...






El escape permitido

            Hay  olor a humedad y se dibujan sombras dispares en el calabozo. Este calabozo estrecho, lúgubre y con mi inocencia amputada a fuerza de gritos y cachetazos.
          —Ya se acerca la hora—dicen el Tano, Burete y Solís.
          A un costado, tapados por unas revistas amontonadas, hay una pala y un pico, que me recuerdan a la 22 en mi bolsillo, cuando volvía de la calle Corrientes a Dock Sud. La 22 cargada con mi infancia de roedores, lustrabotas y postales.
         Las camas están deshechas y  sucias. Mi madre no está en casa, trabaja de noche y mis hermanos también. No tengo padre, no tengo abuelo, no tengo.
          —Al fin nos vamos—dijo el Tano, mirando los colchones  desarmados.
          La fosa está terminada. Las  agujas del reloj marcan el  dos. Nosotros dibujamos una mirada compinche.
          Los cuatro nos deslizamos por el piso, como en el baño de ese bar lleno de ratas. Nos metemos en un pozo cuadrado, con olor a Federal y su sirena abominable. Primero se deja caer el Tano. Solís pone su pie firme en el hoyo, se escucha un silbato. Sin pensarlo,  Burete toma mi pierna  y me  arrastra hacia el escape.
         —Vamos che, ya no hay tiempo— me grita bien fuerte, como cuando vendía las postales en el obelisco de mis 11 años.
          El camino oscuro y  largo termina en un campo vecino. Unas luces alumbran nuestras espaldas, penetrando como flechas  en  los huesos.
         —Apurensé carajo—grita Solís—apurensé que nos alcanzan.
       
         Aparece el campo lindero.
Salimos. Nos metemos entre los arbustos.
        —Lo logramos amigos, viva—dice Burete.

        Ahora estamos en territorio neutral.
 Cada uno se va hacia un punto cardinal distinto.
 Cada uno corre con desesperación.
 Cada uno se meterá, otra vez, en el envoltorio de pegamento, fierros retorcidos, amores frustrados y sangre derramada…

Graciela "boticaria" Amalfi 


Apegos feroces, de Vivian Gornick