miércoles, 28 de diciembre de 2011

Kumiko... pensando en su vida futura.

AMIGOS...

.ACÁ VA OTRO CAPÍTULO DE  "KUMIKO, MUJER SIN TIEMPO", PARA AQUELLOS QUE NO TIENEN EL LIBRO O PARA LOS QUE LO TIENEN Y QUIEREN VOLVER A LEERLO.

  MIS LIBROS AHORA ESTÁN EN LAS SIGUIENTES LIBRERÍAS :

- R&R , AV. ELCANO 3258/ BELGRANO R/  CABA.  TEL 4555-4547

- EL HABLADOR, AV. CABILDO 2280 /LOCAL 7/  BELGRANO/ CABA.  TEL 4783-4804

- LA LIBRE/BOLIVAR 646/ SAN TELMO/ CABA/ TEL 4343-5328




Kumiko…  pensando en su vida futura




  Llegó el día de mi cumpleaños. María había preparado una fiesta sorpresa. Yo llevaba

seis meses en su casa. Me sentía cómoda, pero interiormente sabía que quería vivir

sola. Mi trabajo como correctora literaria, no me significaba el dinero suficiente para

alquilar un departamento, tendría que dedicarme a otra actividad  más rentable.

  De a poco, a la casa iba llegando gente para festejar un cumpleaños al que yo hubiera 

preferido ignorar. No tenía otra alternativa más que mostrarme feliz y agradecida. María 

se lo merecía y el resto también.

  La entrada de René con su nueva novia me disgustó un poco, no puedo dejar de 

confesarlo. Lo prefería solo. Puro egoísmo el mío. Él seguía siendo, y lo sería 

siempre, el instrumento que la vida había cruzado en mi camino para que yo llegara a la 

Argentina. 

   El regalo de cumpleaños de René, fue el más valioso para mí, no sé si por ser su 


último regalo o por el contenido literario del mismo. Eran dos libros de cuentos de Julio 


Cortázar y su reciente novela. Esa novela que había quebrado la literatura de toda una


época. Hacía poco tiempo que su “Rayuela” se dibujaba por primera vez en una vereda 


de barrio. Las rayuelas inundaban las calles de Buenos Aires, y empezaban a cruzar 


 fronteras de la mano de La Maga, llegando a una Francia dormida y titilante. A esa 


Maga, la gran París, recibiría para tirar en un rincón sobre un puente cualquiera.


   Los amigos de María eran muy amables conmigo. Algunos ya me conocían. Mabel, la 


novia de René, se acercó para charlar, antes había oído que yo escribía y se interesó 


por saber qué cosas escribía, qué hacía en Buenos Aires, por qué había dejado mi país. 


Contarle brevemente mi vida no me resultó tedioso, al contrario, me agradó a pesar de 


las faltas y ausencias que me recorrían en esos últimos meses. La chica me comentó 


que su padre era dueño de una editorial, y que si me interesaba, ella podría hablar con 


él, para que me diera un puesto de correctora literaria en el lugar, con un sueldo mayor 


al que yo percibía en ese momento.

  Nunca supe el motivo por el cuál René se disgustó por la conversación de nosotras. 


Sólo vi sus gestos hacia su novia haciendo señas para que ella se le acercara. La joven 


lo miró con desconcierto y siguió la charla conmigo. Esta actitud le molestó mucho al 


hermano de María y llamó a Mabel a los gritos, como si nadie lo oyera.


  Todos, nos quedamos sin ganas de decir una palabra. Su modo de actuar no parecía 


deberse a un trago de más, sino a un problema psíquico bastante importante.

  Los años me fueron explicando que ésa no era la primera vez que él actuaba así, me 


fueron explicando por qué todavía sigue internado en un neuropsiquiátrico. Lo que no 


supieron mostrarme es la razón por la que su familia ocultó esos arrebatos. Y yo, yo 


misma, Kumiko, no me explicaba, cómo no había detectado algo raro en él, después del 


cachetazo que recibí de su parte, aquel día, en el que nos vio besándonos a Marcelo y a 


mí, en la vereda de su casa.


  Cumplí un nuevo año de vida, René pasó a ser un capítulo cerrado… para siempre.


   Autora: Graciela Amalfi.
                Extraído de "Kumiko, mujer sin tiempo". 
                ISBN 978-987-33-1113-0
                Co-edición : Milena Caserola y )el asunto (

lunes, 19 de diciembre de 2011

Kumiko... vuelta a Buenos Aires.




  
GRACIAS A MIS 200 LECTORES / COMPRADORES DE MIS LIBROS, POR CONFIAR EN MIS LETRAS... TODOS FUERON ENTREGADOS EN MANO... DEL ESCRITOR AL AUTOR...SEGUIREMOS EN ESTA RECORRIDA LITERARIA... GRACIAS POR ANDAR POR ACÁ.
LOS QUIERE SIEMPRE................................LA BOTICARIA!!!

   
 ACÁ VA OTRO CAPÍTULO DE MI NOVELA "KUMIKO, MUJER SIN TIEMPO".


Kumiko…  vuelta a Buenos Aires



    La ciudad recién llegada brillaba con su luz artificial. Bajé del micro. De repente el mundo estalló encima de mí, crujió como un cristal asombrado y quebradizo.
   Ahora, El Bolsón estaba lejos. Sus calles abandonadas de caminantes ansiosos, no reflejaban nada de esta Buenos Aires apresurada y loca, loca de angustia, repleta y sola, sagaz y húmeda, ganándole a un río sucio, que seguía acariciándola aunque ella se negara.
    Leí dos veces la dirección de María anotada en mi agenda: Cuba 1862. Mi valija, mi bolso y yo subimos a un coche de alquiler. El conductor me miró raro. A mí no me gustó la cara que veía a través del espejo retrovisor. Quizás mi acento americano, mezclado con el del sur argentino, le haya llamado la atención. Tomó por una calle cualquiera. El reloj del taxi aumentaba rápidamente su forma, yo lo observaba y sus números aparecían para desaparecer bruscamente. Mis ojos se enfrentaban a la cara del hombre y se enfrentaban al reloj  que iba y venía, y subía y parecía querer volar.
-Creo que ese aparato funciona mal, mister-, dije con un tono opaco y seco.
-Disculpe, no la oí-, dijo él.
Las palabras que siguieron terminaron en una discusión, que me hizo bajar del Siam di tella negro con techo amarillo, en una esquina cualquiera y no en el que debía ser mi destino final.
   Lo que lamento del suceso es haber olvidado mi bolso de mano en el taxi, ahí llevaba el libro que Marcelo me había regalado en La Paz, unos años atrás. Era lo único que había traído de El Bolsón para tener su recuerdo presente. Un taxi perdido en la ciudad me lo arrebató, sin yo darme cuenta.
    Miré el nombre de las calles, debía caminar muchas cuadras para llegar a lo de María, y pocas habían sido las cuadras recorridas con ese hombre deshonesto, como para que me robara tanta historia vivida.
   La valija pesaba, cargaba mi angustia, mi tristeza de la segunda llegada a Buenos Aires, no era eso lo que yo había imaginado cuatro años antes, cuando me subí al avión en mi país.
   Caminé media cuadra y entré a un bar que estaba abierto. Madrugada porteña. Eran las dos de la mañana. Me senté y pedí un café bien negro y un sándwich. Tenía hambre, sed, ganas de llegar a algún lado. En el bar había doce mesas y sólo dos ocupadas. Yo había optado por la que estaba pegada a la ventana. Mientras comía saqué mi diario y una lapicera. Recorrí mi vida… la secundaria, mi viaje, mi país, René, su familia, Marcelo. Todo era una sombra que se posaba en mis locos veintitrés años y oscurecía mi pensamiento. Sentí el peso de esos años como si fuera el que llevo puesto hoy en el traje de mi vida.
   La frustración me atravesó como una lanza aguda y no pude evitar llorar. Los tres hombres de la mesa más cercana se miraron, me miraron. Uno de ellos, se acercó a preguntarme si me podía ayudar en algo. Le agradecí con una sonrisa forzada y me quedé sola, mirando las luces de los pocos autos que pasaban por esa avenida, a esa hora y en esa madrugada.
     La madrugada más infeliz que recuerdo…


Extraído de "Kumiko, mujer sin tiempo", pág.77/78.
Autora: Graciela "boticaria" Amalfi. 


domingo, 11 de diciembre de 2011

Kumiko... despedida de la comunidad.



AMIGOS...." KUMIKO"... REGRESÓ AL BLOG BOTICARIO.
SEGUIRÉ PUBLICANDO TODOS LOS CAPÍTULOS HASTA EL FINAL, PARA LOS QUE TODAVÍA NO TIENEN EL LIBRO, PARA LOS QUE NO PUEDEN COMPRARLO POR LA DISTANCIA O NO LO QUIEREN HACER..
 ACÁ VA EL CAPÍTULO QUE SIGUE AL ÚLTIMO PUBLICADO. 

SÓLO QUE LES GUSTE... QUIERO COMENTARIOS!!!!!!!!!!!!!!JAAAAAAAAAAAAAAA
GRACIASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS


Kumiko…  despedida de la comunidad




   La vida en comunidad  y con Marcelo llevaba cuatro años. Las charlas con nuestros amigos eran interminables. Esos momentos que antes me habían impactado, se convirtieron en una rutina en la que estaba segura que ya no quería vivir.
   A mis veintitrés años me replanteé toda mi vida junta… y de una sola vez. Los interrogantes se hacían gigantes en mi cabeza y no llegaban a una respuesta concreta. Hablé con Marcelo de esta situación. Él decía no entenderme, llegó a reprocharme que “era como todas las mujeres y que no sabía lo que quería”. Esta frase repetida una vez, y otra, y otra, se sumaron a mis dudas inquisitorias y llevaron a nuestra pareja a una ruptura definitiva.
   La decisión había sido tomada de manera lenta y cierta. No fue un rapto de bronca y de locura. Yo estaba segura de lo que tenía ganas de hacer.
  Durante estos años nunca había dejado de escribirme con María, ella conocía mi fascinación del comienzo en el sur, y el principio de mis letras cargadas de infortunio de esos últimos meses. Nuestras cartas se cruzaban apuradas, en un ida y vuelta, en estos momentos de soledad para mí. Ella fue capaz, de sostenerme en ese mundo de idilio, que había sufrido un sismo a mis veintitrés años.
   Ella había recibido como regalo por su mayoría de edad, su primer departamento en el coqueto barrio de Belgrano. En  poco tiempo se recibiría de profesora de Letras. Seguía escribiendo poemas. Su relación con el librero, Raúl, había dejado un sabor amargo en sus ilusiones de adolescente. Luego de la ruptura definitiva con ese hombre, había comenzado una relación con Eduardo, amigo de René, pero esa historia había sufrido un tropiezo sin retorno. Tropiezo que formaría parte de una sumatoria de relaciones amorosas a lo largo de su vida.
  Con la firme invitación de mi amiga decidí regresar a Buenos Aires. Viviría con ella un tiempo, hasta que pudiera lograr mi independencia económica.
  A fines de 1964 llegué a la ciudad que me había recibido cuatro años antes.
Esta vez, no me estaría esperando René en un auto suntuoso.
Esta vez, la joven del país del norte no bajaría desde la escalerilla de un avión.
Esta vez… descendería los tres escalones de un micro de larga distancia, recién llegado del sur.

 GRACIELA AMALFI.
"KUMIKO, MUJER SIN TIEMPO", 112 pág, 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-33-1113-0
Derechos reservados.

Apegos feroces, de Vivian Gornick