AMIGOS DE MI BLOG ACÁ PUBLICANDO EL VII CAPÍTULO DE "AMANECERES", MI ÚLTIMO LIBRO.
Les cuento que fue muy emocionante estar por 1º vez en un stand de la Feria Internacional del Libro , acá en Buenos Aires.
Aún tengo dos días más para ir : el viernes 4 de mayo y el lunes 7 de mayo ( cierre de la feria).
Que les guste este capítulo, al que considero el más triste de la historia de mis personajes de papel , en estos relatos agrupados en 17 amaneceres.
Amanecer
VII
Alejo
amanece con un viernes distinto. Después del show de la noche anterior ya nada
es igual. Su cara sonríe sola, aunque nadie la mire. Enciende la tele con su café
negro ya listo, entra la noticia en sus ojos, mira y vuelve a mirar. Cambia de
canal, todos dan el informe del desgraciado accidente de la noche anterior. La
noche de su gran show, su noche, su jueves a la noche.
Un avión de cabotaje se había incendiado en
pleno vuelo. La tragedia se muestra así como debe hacerse, dura y cruel. La
lista de los muertos se lee en la pantalla: cuarenta y cuatro personas, los
apellidos ordenados alfabéticamente: Álvarez, Bustos, Campís…y se detiene en
Fidalcci.… Carolina Fidalcci. Ése no es un nombre cualquiera, ése es un nombre
que Alejo conoce muy bien, no hay margen de error, ese nombre que recita el
periodista es el de una azafata. Su última novia se llama Carolina Fidalcci, es
azafata y trabaja en esa aerolínea.
Piensa en llamar a algún familiar de la chica,
para estar seguro del hecho, pero cree que no corresponde. Primero porque no
sería oportuno, segundo porque esa gente había sido la culpable de la ruptura
de ellos dos.
Con el saxo en sus manos, no pudo evitar errar varias notas, cuando ella
le planteó el fin definitivo de la pareja. Dos años juntos no habían sido poco.
Le preguntó si había algún “otro”, su “NO” fue contundente y casi ofensivo.
Ella no podía seguir eternamente con un músico, que pretendía vivir de su
música, en un país en donde se sabe que eso es muy difícil. Ella tenía una
carrera por delante. Él hablaba de un futuro incierto, colmado de notas
musicales y nada más…
Cuando estrenaba en público el saxo en ese pub de Palermo, Carolina se
le había acercado y le había dicho que le gustaba su música, que la
transportaba, que sentía admiración por lo que hacía. Empezaron a verse los
fines de semana, después día por medio y al final terminaron compartiendo la
misma casa. La casa de Alejo.
Su final y su meta, se ven truncadas así, sin pedir autorización ni
pagar peaje. Ironía de la vida o mejor de la muerte. Estos son los pensamientos
que dan vueltas en la cabeza del músico.
La cara de ella se presenta ante él como siempre, sonríe y pregunta, hiere
y suaviza. Palabras dichas y confusas, perdidas y solas. Alejo no sabe si salir
corriendo para intentar ver su cuerpo por última vez o quedarse tirado en el
sillón, pensando, tocando su tema preferido, “No woman, no cry” de Bob Marley. No
sabe si seguir mirando la tele, la noticia repetida y esos canales que no pasan
otra cosa y su foto en la pantalla y su foto guardada ahí en un cajón del escritorio. “Un futuro asegurado por un sueldo
digno, un mundo de gente por conocer”, todo va y viene, se escapa y regresa,
vuelve y huye, la desea entre sus brazos y la quiere olvidar. Juntos
recorrieron tantos mundos, “y nos separamos para siempre y la ilusión se rompió”.
Y esa familia detrás, que apoyaba a una hija con un futuro promisorio y la
madre del joven que no confiaba en su hijo músico.
Ella y su propia madre. Dos mujeres. Las dos
augurando un fracaso para su vida. Qué podrían saber ambas de él y de su
pasión. La comodidad y la cobardía iban de la mano y hoy tropezaron con la muerte.
La muerte que se les ríe en la cara y les dice que ella es la dueña de todo y
de todos. Acá, él y su saxo llorando, acariciando la vida, mirando de reojo esa
foto en donde estaban juntos, Carolina y Alejo. Su sonrisa pegada a la suya. Su
vida alejada de la suya. Un camino que se empezó a dividir tiempo atrás y que
ahora queda sin final. Una historia que
se presenta con angustia, simple y dura, como siempre se le ha mostrado. Cerrar
un capítulo, empezar a caminar otros renglones, mejores o peores, no lo sabe.
El fin de ellos dos se escribe con seguridad hoy. Habrá un duelo que vivir.
Sale de su casa, camina entre la gente que molesta su paso, quiere
llegar rápido al parque. El verde del pasto lo invita a sentarse debajo de un
árbol, desde donde caen hojas. Un colchón otoñal invade su espalda y un cielo
límpido lo mira. Ese mismo cielo que aprisionó a su ex novia entre sus colores,
la asfixió y se la arrebató para siempre.
Cierra los ojos y se queda dormido, soñando.
Esperando… otro amanecer.
EXTRAÍDO DE MI ÚLTIMO LIBRO.
AMALFI,GRACIELA.
Amaneceres- 1a
ed.-Ciudad Autónoma de Buenos Aires: el autor, 2012
88 p.; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-33-1798-9
1. Narrativa
Argentina. 2. Novela. I. Título
CDD A863
GRACIAS POR LA LECTURA...
LOS QUIERO SIEMPRE!!!!!!!!!!!!
GRACIELA "BOTICARIA" AMALFI.
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