Kumiko…”pero”. Parte L.
La invitación de René me pareció por demás embriagadora de pasión, de ilusiones y de sueños. Mis pensamientos empezaron a caminar por lugares deshabitados e inconclusos. La idea del viaje a su lado me parecía maravillosa, a qué joven de dieciocho años no le parecería extraordinaria semejante propuesta.
Dejarlo todo así tan rápido, no, no iba con mis ideales. Un amor, un hombre, una vida desconocida me tendían la mano y no es que iba a negarla, pero…
_Piensa, Kumiko, piensa, insistían las palabras de un abuelo que ya no estaba enfrente de mí pero que seguía vivo en mi corazón.
Me sentía en el medio de un ring en el que tendría dos rivales en lugar de uno, y yo Kumiko, la Kumiko de siempre enfrentando a ambos.
Por la retaguardia derecha estaban acomodados con sus guantes negros de boxeadores experimentados mis padres, y por la izquierda los guantes rojos llenos de pasión de René.
Necesitaba volver a casa. Meditar debajo de mi árbol, de lo único que sentía mío desde años, mi herencia.
Lo hice. Regresamos el lunes a la mañana en un Ford más descansado y con una temperatura que ya no apretaba nuestra ropa ahora informal.
A René le expliqué antes de partir que realmente lo amaba, pero que yo tenía mis tiempos y para tomar semejante decisión debía pensarlo algo más. Fue muy doloroso decírselo. Él tendría que comprender que yo nunca iba a ser una mujer fácil de convencer. Esto lo supo a través de los años.
Sallie y Eleanor apuraban mi ida a la Argentina. Les costaba convencerme así tan rápido.
-Si lo querés ¿para qué esperar?-decían a coro.
-Y si me quiere ¿para qué el apuro?- les respondía yo.
Dejaría mucho en América, ganaría mucho en Argentina, o ganaría mucho en América y perdería mucho en el otro país.
¿Cómo saberlo? Solo con probarlo.
Mis padres se opusieron de forma tácita y precisa a mi viaje.
René no esperaba esa indecisión de parte mía.
Yo necesitaba tiempo para pensar, era mi vida, sólo mi vida y de ello no tendría que rendir cuentas a nadie.
Las historias de amor me apasionaban. Cumbres borrascosas, La Traviata, pero como en ellas… el amor se veía maltratado muchas veces.
Esos días fueron los más solitarios de mi vida. Me encerraba en mi cuarto a leer o me sentaba en el viejo sillón de paja de mi árbol y en ambos lugares pensaba y pensaba.
Sólo de una cosa estaba segura y era que quería escribir, seguir escribiendo como lo había hecho a escondidas durante cinco años. También tenía claro que no quería seguir viviendo mi vida acomodada y sin altibajos como hasta ahora.
Argentina era un desafío, mi desafío.
Más tarde me daría cuenta que René sólo fue un instrumento para transitarlo, sin su ayuda hubiera sido más difícil pero igual lo hubiera logrado.
Pasaron seis meses hasta que en medio de cartas postales desordenadas y una maleta enorme decidí viajar hacia esas tierras casi perdidas de América del sur.
P/D: Amigos kumikianos ...nuestra protagonista comienza un largo viaje y por un tiempo dejará de andar por el blog...en algún mes del 2011 nos seguirá relatando sus andanzas...
GRACIELA AMALFI- UN DÍA DE DICIEMBRE DE 2010
La invitación de René me pareció por demás embriagadora de pasión, de ilusiones y de sueños. Mis pensamientos empezaron a caminar por lugares deshabitados e inconclusos. La idea del viaje a su lado me parecía maravillosa, a qué joven de dieciocho años no le parecería extraordinaria semejante propuesta.
Dejarlo todo así tan rápido, no, no iba con mis ideales. Un amor, un hombre, una vida desconocida me tendían la mano y no es que iba a negarla, pero…
_Piensa, Kumiko, piensa, insistían las palabras de un abuelo que ya no estaba enfrente de mí pero que seguía vivo en mi corazón.
Me sentía en el medio de un ring en el que tendría dos rivales en lugar de uno, y yo Kumiko, la Kumiko de siempre enfrentando a ambos.
Por la retaguardia derecha estaban acomodados con sus guantes negros de boxeadores experimentados mis padres, y por la izquierda los guantes rojos llenos de pasión de René.
Necesitaba volver a casa. Meditar debajo de mi árbol, de lo único que sentía mío desde años, mi herencia.
Lo hice. Regresamos el lunes a la mañana en un Ford más descansado y con una temperatura que ya no apretaba nuestra ropa ahora informal.
A René le expliqué antes de partir que realmente lo amaba, pero que yo tenía mis tiempos y para tomar semejante decisión debía pensarlo algo más. Fue muy doloroso decírselo. Él tendría que comprender que yo nunca iba a ser una mujer fácil de convencer. Esto lo supo a través de los años.
Sallie y Eleanor apuraban mi ida a la Argentina. Les costaba convencerme así tan rápido.
-Si lo querés ¿para qué esperar?-decían a coro.
-Y si me quiere ¿para qué el apuro?- les respondía yo.
Dejaría mucho en América, ganaría mucho en Argentina, o ganaría mucho en América y perdería mucho en el otro país.
¿Cómo saberlo? Solo con probarlo.
Mis padres se opusieron de forma tácita y precisa a mi viaje.
René no esperaba esa indecisión de parte mía.
Yo necesitaba tiempo para pensar, era mi vida, sólo mi vida y de ello no tendría que rendir cuentas a nadie.
Las historias de amor me apasionaban. Cumbres borrascosas, La Traviata, pero como en ellas… el amor se veía maltratado muchas veces.
Esos días fueron los más solitarios de mi vida. Me encerraba en mi cuarto a leer o me sentaba en el viejo sillón de paja de mi árbol y en ambos lugares pensaba y pensaba.
Sólo de una cosa estaba segura y era que quería escribir, seguir escribiendo como lo había hecho a escondidas durante cinco años. También tenía claro que no quería seguir viviendo mi vida acomodada y sin altibajos como hasta ahora.
Argentina era un desafío, mi desafío.
Más tarde me daría cuenta que René sólo fue un instrumento para transitarlo, sin su ayuda hubiera sido más difícil pero igual lo hubiera logrado.
Pasaron seis meses hasta que en medio de cartas postales desordenadas y una maleta enorme decidí viajar hacia esas tierras casi perdidas de América del sur.
P/D: Amigos kumikianos ...nuestra protagonista comienza un largo viaje y por un tiempo dejará de andar por el blog...en algún mes del 2011 nos seguirá relatando sus andanzas...
GRACIELA AMALFI- UN DÍA DE DICIEMBRE DE 2010
Te harás extrañar, Kumiko.
ResponderBorrarÉxitos. Buezas
Te esperamos. Luis Paz
ResponderBorrarTe contesté por mail antes de leer Kumiko. Lo dejaste en un lugar muy interesante. Con un largo viaje por delante. Con un amor y toda una vida que realizar. Ya la volveremos a tener con nosotros el año que viene.
ResponderBorrarBesos
Nieves.
Buenas vacaciones Kumiko! Ojalá que para nuestro reencuentro ambas hayamos transitado experiencias llenas de emoción, texto, vida...
ResponderBorrarBesos
Gise