Hola, amigos de mi blog.
En esta entrada les quiero contar que sigo difundiendo mi libro infantil Las aventuras de Cata y su abuela Lili.
Autopubliqué 400 ejemplares que presenté el 13 de noviembre de 2015 en el Museo del Libro y la Lengua de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Como ustedes saben, la difusión y venta de mis libros la hago en forma totalmente autogestiva. Ya superamos los 200 lectores, poco falta para llegar a los 250 lectores.
Mis objetivos durante el primer año del libro era :
1- Llegar a 250 lectores ( faltan 20 lectores y llegamos).
2- Que mi libro se lea en 5 países. Llegamos a Inglaterra, Noruega, Francia, Dinamarca, USA y Colombia. ¡Objetivo logrado!
3- Que tenga lectores en 8 provincias argentinas: Buenos, Aires, Mendoza, Chubut, Salta, Santa Fe, Jujuy, Tucumán, La Rioja. ¡Objetivo logrado!
4- Llegar a 50 localidades: llegamos a 40 ciudades ( nos faltan 10).
Tengo la satisfacción de recibir hermosos comentarios acerca de las historias que contiene el libro, y también acerca de las ilustraciones ( realizadas éstas por Alejandra Romero).
Este libro es leído a chicos a partir de los 2 años, y son los más grandecitos que ya saben leer que lo hacen por su cuenta.
Me sorprende el rango etario por el que es aceptado: chicos entre 2 a 9 años.
Los adultos que lo leyeron también me han dicho que les encantaron las aventuras de nuestra simpática amiga Cata y su abuela Lili.
Les voy a dejar el primer cuento de los cinco que contiene el libro.
Que lo disfruten.
Saben que pueden pedirme un ejemplar. Si viven en la ciudad de Buenos Aires o Vicente López se los llevo sin costos de envíos. Al resto de Argentina el envío es por medio de una encomienda del correo argentino.
Se pueden contactar a mi mail.
¡¡¡Muchas gracias por pasar por mi blog!!!
Lola, la jirafa bailarina
Autora: Graciela Amalfi.
La
jirafa Lola no lo pasa mal en el zoológico: le dan comida, la cuidan. Los
chicos van a visitarla después del colegio, y le llevan unas hojitas de los
árboles. A Lola le gustan mucho. Lola estira su cuello bien largo, y lo estira
más y más… hasta mojar con su lengua las manitos de los chicos.
Además,
Lola es bailarina. Cuando se juntan muchos chicos, los cuidadores del zoo le
ponen una pollerita, le calzan unos zapatitos con taco y le anudan un moño entre
los cuernos. Le quedan de diez la pollerita azul, los zapatitos rosas y el moño
anaranjado.
Cuando
llueve, los chicos no van a visitarla. Entonces Lola se pone un poquito triste,
y empieza a bailar y bailar.
Baila
y baila, dando vueltas y vueltas. Sus zapatitos de taco hacen plaf, pluf y plif, y la
pollerita gira y gira, y el moño se mueve tanto que termina por desanudarse. Pero
lo más importante: a cada giro que da, Lola se va sacando de encima la
tristeza.
Un
día, a Lola se le partió un taco contra la piedra que un señor muy malo había lanzado
adentro del corral. Y la pobre jirafa, tan alta como era, empezó a tambalearse
y tambalearse…¡hasta que se cayó adentro de su propio bebedero! Y lo peor es
que le pasó delante de unos chicos de esos tan tontos que se burlan de las desgracias
de los demás: al ver a Lola con la pollerita empapada, los malditos se mataron
de risa. Y eso a Lola le dio mucha vergüenza, y así fue que a partir de ese
accidente decidió bailar sola, en su casita del corral.
Pero
nadie me ve, pensaba. Y las lágrimas le rodaban cuello abajo.
―
¡Lola, Lola, queremos que vuelvas a bailar! ―le gritan los chicos buenos a la
salida del colegio, pero ella los mira y se hace la sorda.
Una
tarde, fue al zoológico una nena de otro barrio. Se llamaba Cata. La abuela la
llevó a pasear porque Cata estaba triste: su perrito se había doblado una
patita y no podía caminar.
Cata
vio a Lola salir de su casa del corral, y se soltó de la mano de su abue, y se arrimó
bien a las barandas que separaban a la jirafa de la gente. Quería darle las
hojas que había arrancado del árbol de la casa de la abue: la nena sabía que a
la jirafa bailarina le encantaban. Y había pensado esa mañana, cuando se bajó
del árbol: “A lo mejor, hacerle un mimo a la jirafa me saca la pena por mi
perrito”.
Pero
no había caso: cuando esa nena tan simpática se le acercó abriéndose paso entre
la gente, la jirafa se dio cuenta de que Cata lloraba.
¿Saben
qué hizo entonces Lola?
¡Empezó
a bailar! Sí, a bailar adelante de Cata y de todos los chicos del barrio del zoológico.
Cata
empezó a sonreír, y su sonrisa se fue haciendo cada vez más ancha.
Y,
cuando llegó a su casa, se puso más feliz todavía: su perrito caminaba bien
porque ya se había curado.
Desde
ese día, Lola no tuvo más vergüenza, y bailaba y bailaba.
Los
chicos salían del colegio y se iban corriendo al zoológico a ver bailar a Lola,
la jirafa bailarina.
Los
otros animalitos del zoológico la imitaron. Todas las tardes, el zoológico se transformaba
en una gran fiesta, y los nenes aplaudían sin parar pensando en Cata: ¡había
tenido que venir una nena de otro barrio a convencer a la jirafa!
(Cuento extraído del libro Las aventuras de Cata y su abuela Lili, autora Graciela Amalfi)
¡Gracias por pasar por el blog!
¡Gracias por compartir!
¡Gracias por elegir mi libro!
Hasta la próxima. Un abrazo para todos♥
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