lunes, 22 de agosto de 2016

Las aventuras de Cata y su abuela Lili : el libro.


Hola, amigos de mi blog.

En esta entrada les quiero contar que sigo difundiendo mi libro infantil Las aventuras de Cata y su abuela Lili.

Autopubliqué 400 ejemplares que presenté el 13 de noviembre de 2015 en el Museo del Libro y la Lengua de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. 

Como ustedes saben, la difusión y venta de mis libros la hago en forma totalmente autogestiva. Ya superamos los 200 lectores, poco falta para llegar a los 250 lectores. 

Mis objetivos durante el primer año del libro era :

1- Llegar a 250 lectores ( faltan 20 lectores y llegamos).

2- Que mi libro se lea en 5 países. Llegamos a Inglaterra, Noruega, Francia, Dinamarca, USA y Colombia. ¡Objetivo logrado!

3- Que tenga lectores en 8 provincias argentinas: Buenos, Aires, Mendoza, Chubut, Salta, Santa Fe, Jujuy, Tucumán, La Rioja. ¡Objetivo logrado!

4- Llegar a 50 localidades: llegamos a 40 ciudades ( nos faltan 10).

Tengo la satisfacción de recibir hermosos comentarios acerca de las historias que contiene el libro, y también acerca de las ilustraciones ( realizadas éstas por Alejandra Romero).

Este libro es leído a chicos a partir de los 2 años, y son los más grandecitos que ya saben leer que lo hacen por su cuenta. 

Me sorprende el rango etario por el que es aceptado: chicos entre 2 a 9 años.

Los adultos que lo leyeron también me han dicho que les encantaron las aventuras de nuestra simpática amiga Cata y su abuela Lili.

Les voy a dejar el primer cuento de los cinco que contiene el libro.
 Que lo disfruten.
Saben que pueden pedirme un ejemplar. Si viven en la ciudad de Buenos Aires o Vicente López se los llevo sin costos de envíos. Al resto de Argentina el envío es por medio de una encomienda del correo argentino. 
Se pueden contactar a mi mail.

¡¡¡Muchas gracias por pasar por mi blog!!!


Lola, la jirafa bailarina

Autora: Graciela Amalfi.

La jirafa Lola no lo pasa mal en el zoológico: le dan comida, la cuidan. Los chicos van a visitarla después del colegio, y le llevan unas hojitas de los árboles. A Lola le gustan mucho. Lola estira su cuello bien largo, y lo estira más y más… hasta mojar con su lengua las manitos de los chicos.
Además, Lola es bailarina. Cuando se juntan muchos chicos, los cuidadores del zoo le ponen una pollerita, le calzan unos zapatitos con taco y le anudan un moño entre los cuernos. Le quedan de diez la pollerita azul, los zapatitos rosas y el moño anaranjado.
Cuando llueve, los chicos no van a visitarla. Entonces Lola se pone un poquito triste, y empieza a bailar y bailar.
Baila y baila, dando vueltas y vueltas. Sus zapatitos de taco hacen plaf, pluf y plif, y la pollerita gira y gira, y el moño se mueve tanto que termina por desanudarse. Pero lo más importante: a cada giro que da, Lola se va sacando de encima la tristeza.
Un día, a Lola se le partió un taco contra la piedra que un señor muy malo había lanzado adentro del corral. Y la pobre jirafa, tan alta como era, empezó a tambalearse y tambalearse…¡hasta que se cayó adentro de su propio bebedero! Y lo peor es que le pasó delante de unos chicos de esos tan tontos que se burlan de las desgracias de los demás: al ver a Lola con la pollerita empapada, los malditos se mataron de risa. Y eso a Lola le dio mucha vergüenza, y así fue que a partir de ese accidente decidió bailar sola, en su casita del corral.
Pero nadie me ve, pensaba. Y las lágrimas le rodaban cuello abajo.
― ¡Lola, Lola, queremos que vuelvas a bailar! ―le gritan los chicos buenos a la salida del colegio, pero ella los mira y se hace la sorda.

Una tarde, fue al zoológico una nena de otro barrio. Se llamaba Cata. La abuela la llevó a pasear porque Cata estaba triste: su perrito se había doblado una patita y no podía caminar.
Cata vio a Lola salir de su casa del corral, y se soltó de la mano de su abue, y se arrimó bien a las barandas que separaban a la jirafa de la gente. Quería darle las hojas que había arrancado del árbol de la casa de la abue: la nena sabía que a la jirafa bailarina le encantaban. Y había pensado esa mañana, cuando se bajó del árbol: “A lo mejor, hacerle un mimo a la jirafa me saca la pena por mi perrito”.
Pero no había caso: cuando esa nena tan simpática se le acercó abriéndose paso entre la gente, la jirafa se dio cuenta de que Cata lloraba.
¿Saben qué hizo entonces Lola?
¡Empezó a bailar! Sí, a bailar adelante de Cata y de todos los chicos del barrio del zoológico.
Cata empezó a sonreír, y su sonrisa se fue haciendo cada vez más ancha.
Y, cuando llegó a su casa, se puso más feliz todavía: su perrito caminaba bien porque ya se había curado.

Desde ese día, Lola no tuvo más vergüenza, y bailaba y bailaba.
Los chicos salían del colegio y se iban corriendo al zoológico a ver bailar a Lola, la jirafa bailarina.
Los otros animalitos del zoológico la imitaron. Todas las tardes, el zoológico se transformaba en una gran fiesta, y los nenes aplaudían sin parar pensando en Cata: ¡había tenido que venir una nena de otro barrio a convencer a la jirafa!

(Cuento extraído del libro Las aventuras de Cata y su abuela Lili, autora Graciela Amalfi)

¡Gracias por pasar por el blog!
 ¡Gracias por compartir! 
¡Gracias por elegir mi libro!

Hasta la próxima. Un abrazo para todos♥











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