"Melquíades".
Autora: Graciela boticaria Amalfi.
Buenos Aires, 10 de agosto de 2011.
Inusuales recuerdos aparecieron dando vueltas a mi alrededor, y todo lo motivó una vieja foto que encontré en un libro que traje para leer. Una de ésas en blanco y negro, que habíamos tomado con la cámara que sacamos a escondidas del escritorio de mi padre, en una de nuestras siestas sampedrinas.
La casa derrumbándose de a poco, ahí enfrente de la plaza, a la vuelta del Normal Nº 1, y justo cuando apretaste el botón para disparar, diste en medio del cuerpo del viejo aquel que todos conocíamos y al que le teníamos algo de miedo.
Andrajoso, mugriento y mal oliente.
Siempre abrazando una botella de vino y un par de diarios viejos, que quién sabe qué dirían para que los cuide tanto. Al notar nuestra presencia nos sonrió, mostrando los agujeros de dientes ausentes y su pelo revuelto. Las dos sentimos algo de temor, pero hábilmente preferimos sonreírle también. A nuestros doce años, ya comprendíamos que ésa era la mejor manera de aquietar a las fieras. Sonreír, reír, mirar con la frente bien alta, no titubear.
Melquíades, así lo llamaban todos. Nos hizo señas para que nos acercáramos. Nos miramos y en nuestros ojos surgió la pregunta de qué hacer, y fueron nuestras voces quienes dijeron “vayamos y preguntémosle qué quiere”.
Sé que a vos no te entusiasmó mucho la idea, pero igual me acompañaste, como siempre, como lo hacías cada vez que veías en mi mirada una nota de picardía.
Rara añoranza de nuestros años adolescentes, se me presentó escribiéndote esta carta.
Qué sabría hoy el viejo Melquíades de redes sociales, de mensajes de texto, de tantas cosas nuevas.
Hace muchos años que no se lo ve por el pueblo, seguro prefirió irse a un lugar mejor, que obviamente no llamaría tierra.
Habrá cambiado tierra por... cielo, vino por... agua bendita, diarios por... Biblia.
Digo… si es que esas cosas de verdad existen, como nos enseñaron los franciscanos, ahí en el colegio y a nuestros doce años.
Graciela Amalfi.
P/D: La foto fue tomada en la ciudad de San Pedro, provincia de Buenos Aires, Argentina. Julio de 2011.
Agradezco la compañía de mi hija Carolina y de mi amiga Marita.
Graciela, qué bueno es recordar y sobre todo de la manera en que lo haces, con una pluma en la que se puede "encontrar de todo como en botica"; y ese "todo" encierra cosas muy buenas... Un abrazo cordial. JM
ResponderBorrarQue bueno...... boti amiga..... fue lindo compartirlo!!! besote y vamos por más........
ResponderBorrarBuenísimo.....quien no tiene un Melquiades entre los recuerdos de la infancia.
ResponderBorrarComo siempre muy conmovedor.
Besote.
Cris
Buenísimo , quien no tiene algún Melquiades entre los recuerdos de la infancia.
ResponderBorrarMuy dulce.
Besote Cris