viernes, 29 de noviembre de 2013

"Visita de las tardes", otro cuento del Baúl de la abuela.


Holaaaaaaaaa amigosssssssss...acá con el Baúl de cuentos abierto...va el segundo cuento de este libro, el último de 2013.
Espero que les guste...si quieren dejar algún comentario, se los agradezco.

Si quieren difundir este blog...graciassssssss también.

Desde el cuore, para cada uno de ustedes... 

Desde el cuore para nuestras abuelas, los recuerdos, la infancia.

¡¡¡¡¡Viva la vida!!!!!!






Visita de las tardes

    Ella se sienta a mi lado cada vez que llega. Me abraza y sonríe, como si me conociera de toda la vida. Yo la miro sorprendida y sonrío también. ¿Qué otra cosa podría hacer ante semejante gesto de cariño de esta señorita?
Calculo que no debe tener más de 20 años. El otro día me dijo su edad, pero me olvidé y preguntarle de nuevo no  me parece correcto. “Salido de contexto”, diría mi padre periodista, que con el “texto” y la “salida”, me hartó durante toda mi juventud.
Volviendo al tema de esta jovencita, cuyo nombre tampoco recuerdo, voy a escribir que es muy linda. Ayer me puse a mirar fotos antiguas, un rato antes que llegara (porque ella viene todos los días), y pasó algo raro, me pareció verla en una de esas fotos. Después pensé que era imposible, las fotos eran en blanco y negro y la chica estaba con mis padres. “Vieja loca, me dije, perdiste el raciocinio”.
Esta muchachita me cuenta que estudia en la facultad, que tiene planes de viajar a Europa, que con todos estos temas está a “full”. Yo no entendí lo que quiso decir con “full”, pero por las dudas la felicité.
Su sonrisa y esas ideas locas me atraen, como si me las hubiera arrancado a mí.
Me parece inoportuno, preguntarle por qué viene todos los días y me trae regalos y chocolates y algunas tardes, hasta una torta de manzana.
Supongo que esta joven con el tema de su estudio, debe estar haciendo algún trabajo referido a “los viejos”, o mejor escribo, referido a “los ancianos”, por eso del “texto” de mi padre. No veo otro motivo por el cuál vendría acá todas las tardes.
El sábado quiso llevarme al cine, yo le dije que estaba cansada. Le mentí. Tenía unas ganas enormes de salir, pero todavía no cobré la jubilación y no quería decirle que no tenía dinero, en una de esas, se ofrecía a regalarme la entrada, pobrecita ella tan joven, no va a gastar dinero en esta vieja.
A mí me gusta que venga a verme, me hace reír mucho. No le digo nada, porque no quiero crear algún vínculo, que la ponga en obligación de volver a verme, cuando termine ese trabajo que debe estar haciendo para la facultad. Espero que la aprueben con una buena nota, sino soy capaz de ir a sacudirles mi bastón por la cabeza, a esos profesores que se la dan de geniecillos. Con todo el tiempo que lleva visitándome y recogiendo datos, yo no veo que anote nada, pero debe tener todo en su cabeza.
Hoy me dijo que mañana volverá y también que pronto se comprará un auto y me llevará a pasear lejos. Yo le dije que es una buena idea el de ir a pasear juntas, pero en realidad es para no desanimarla, todavía no estoy tan desubicada como para hacer que ande dando vueltas con esta vieja.
Hoy cuando se fue, me preguntó:
 — ¿Te acordás que soy tu nieta?
Yo la miré y sonreí.
Ahora que estoy sola escribiendo, dudo si no será “Nieta” su nombre de pila. Por las dudas me lo anoto con letras bien grandes: “NIETA”, por si mañana vuelve.
 Aunque mejor, no la llamaré por su nombre: “Nieta”, no vaya a ser cosa, que llegue a la conclusión de su trabajo sobre los ancianos y no venga más a visitarme.


Amalfi, Graciela
    Baúl de cuentos de la abuela. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Boticaria Club de Cuentos, 2013.
    86 p. ; 21x15 cm.

    ISBN 978-987-29684-0-3          

    1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título.
    CDD A863

Fecha de Catalogación: 04/07/2013
 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Nota de Susana Avendaño Lopera en la presentación del "Bául de cuentos de la abuela".


Cuando el 18 de octubre de 2013 ( hace un mes), abrimos por primera vez el "Baúl de cuentos de la abuela", tuve el placer de contar entre los asistentes a la presentación del libro ( en el Auditorio del Museo del libro y la lengua de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Buenos Aires), a la Comunicadora y estudiante de Periodismo Cultural, la Licenciada Susana Avendaño Lopera.

Ella hizo una cobertura periodística del evento, que hoy comparto en mi blog.

Gracias querida Susana, por transmitir de manera tan cálida y precisa todo lo que sucedió ese día mágico para mis cuentos de la abuela.

Espero que disfruten de la lectura, tanto como lo hice yo.
Acá va entonces...






Así se abrió el “Baúl de cuentos de la abuela”/ Susana Avendaño Lopera

Fotografía: cortesía de Graciela Amalfi
 
Entre lecturas, anécdotas, cantos, sonrisas y miradas de orgullo, Graciela “boticaria” Amalfi presentó su cuarto libro “Baúl de cuentos de la abuela”, en el auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua, un espacio institucional que se mostró como un lugar acogedor para un evento literario muy familiar.
Por: Susana Avendaño Lopera

 “La abuela pintaba muchos personajes. Mi preferido era el mural en donde había una mujer vasca, con un delantal blanco y un bolsillo enorme, desde donde sacaba regalos para los chicos que la rodeaban. Todos reían ahí adentro entre pinceles, la vieja y sus nietos. Ella entregaba sorpresas para cada uno.”                                                                 Fragmento del cuento “La pintura de Juana”. Graciela “boticaria” Amalfi.

Media hora antes de que comenzara la presentación del libro “Baúl de cuentos de la abuela”, la autora, Graciela “boticaria” Amalfi caminaba rápidamente de un lado a otro por el Museo del libro y de la lengua. En la entrada saludó a quienes llegaron, luego pasó entre los pendones que anunciaban las muestras de Roberto Arlt y Juan Batlle para llegar a las escaleras que la llevaron al subsuelo, donde está el auditorio David Viñas, lugar que eligió para su evento.

Con la ayuda de su hija Carolina organizó los libros en una mesa y templó el pendón que contenía un fragmento de la obra. Entró al auditorio, acomodó la mesa principal, el atril, los micrófonos y cuando tuvo tiempo paró un poco para respirar.

Graciela quería comenzar puntual, por eso cuando el reloj marcó las 18:30 se paró en el escenario, agarró el micrófono y se puso el sombrero gardeliano que siempre la acompaña.

El público eran 55 personas entre familiares, amigos, conocidos y colegas del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (I.R.E.P), lugar donde Graciela trabaja hace 22 años, porque además de escritora es Farmacéutica.

“Dedicado a todas las abuelas que supieron poner en sus bocas muchas historias para repartir entre sus nietos”, dijo la autora y los murmullos cesaron. Terminó la introducción, agradeció a los presentes e invitó al estrado a Matías Reck, director de Milena Caserola, editorial con la cual ha editado sus libros: “Des palabras armando”, “Kumiko… mujer sin tiempo”, “Amaneceres” y “Baúl de cuentos de la abuela”.

“Graciela como escritora se está asentando, cada vez puede escribir historias más complejas” aseguró Matías, quien aprovechó para hablar sobre la ilustración del artista uruguayo Santiago Ney Márquez que aparece en la tapa del libro, “esta es una abuela rara, moderna, con lentes azules y labios pintados”. Su intervención terminó con un agradecimiento y con la insinuación de nuevas obras “nos veremos en la presentación del libro número diez o veinte”, dijo.

En la mesa principal estaban Claudia Borgarelli, bioquímica y Liliana Ballatore, administrativa del I.R.E.P, dos de sus amigas “entrañables” quienes eran las encargadas de abrir el baúl de cuentos. Porque además de leer todos sus escritos, ellas siempre están al lado de la “boticaria” en las presentaciones de sus libros. Claudia tomando fotos y Liliana cantando.

“Yo mucha cultura literaria no tengo, lo que sí tengo es sentimiento para entender lo que es presentar algo que es muy de uno” expresó Liliana y después confesó que es la protagonista de uno de los cuentos.

Mientras ella hablaba, la puerta del auditorio se abrió, Graciela forzó los ojos para ver quién ingresaba y con entusiasmo ambas gritaron “llegó el primo Beto”, otro de los personajes del libro. Él a sus 79 años con pasos lentos, una sonrisa y acompañado por tres mujeres caminó hacia la mesa para saludar a quién lo inmortalizó en esas páginas.

Liliana continuó “como verán este es un libro muy familiar”. Pero no solo la obra tenía esa característica, todo lo que ocurrió esa noche dejó ver la cercanía de los asistentes: cantarle el cumpleaños a una amiga, leer algunos de los cuentos entre miradas llenas de orgullo, escuchar los “valsecitos cordobeses”, los tangos de la prima Susy y el rock de Hernán Fretes, uno de los amigos más jóvenes de Graciela hicieron de ese un evento especial para ella y sus allegados.

Ese día, la “boticaria” que nació en 1962, en Chivilcoy, obtuvo la recompensa por cinco años de trabajo constante desde que decidió ir a un taller literario para dedicarse a escribir. Una satisfacción que la impulsa a continuar haciendo lo que ama: llevar a todas partes sus historias, desde la F.L.I.A (Feria del libro independiente), hasta los cafés literarios, las bibliotecas y las escuelas.

Gracias a las redes sociales y a un blog Graciela difunde la información sobre las presentaciones y ventas de sus libros, publica sus letras e invita a la participación de otros eventos relacionados con la literatura.

Desde el 4 de octubre, día en que le entregaron los 120 ejemplares del “Baúl de cuentos de la abuela” le han comprado 47 y regaló 10. Aunque las ganancias son pocas, ella asegura que escribir es lo que la hace feliz. “Yo no persigo un fin comercial, lo es mío es pasión por las letras”, dice la “boticaria”.

Al final, esa “institución colorida que es parte del espectro cultural de Buenos Aires” como la define Matías Reck, fue un lugar acogedor para la realización del evento. “Como editorial independiente mantenemos un vínculo con la Biblioteca Nacional y con el museo, entonces nos sentimos cómodos aquí”, concluyó el director de Milena Caserola.

Ya eran más de las 20:15, hacía 20 minutos que la música y los agradecimientos habían terminado, pero Graciela “boticaria” Amalfi seguía escribiendo dedicatorias. Cuando ya casi todos se habían ido ella volvió a sus tareas: organizar, recoger, guardar… ningún detalle se le escapó. Finalmente, salió del lugar con sus libros, el pendón, su hija, sus amigas “entrañables”, el sombrero gardeliano y nuevas historias por contar. 
 Susana Avendaño Lopera


Presentación del libro “Baúl de cuentos de la abuela” de Graciela Amalfi (publicado por Milena Caserola), a cargo de Claudia Borgarelli y Liliana Ballatore.

Viernes 18 de octubre, 18:30 hs.

Auditorio David Viñas

Museo del libro y de la lengua



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 gracielaamalfi@gmail.com 
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GRACIAS POR PASAR POR EL BLOG.
UN ABRAZO/ GRACIELA BOTICARIA AMALFI

domingo, 10 de noviembre de 2013

En el Día de la Abuela..abrimos el Baúl de cuentos/ Libro


Para mis amigas abuelas, para las que lo serán y para las abuelas de todos mis amigos blogueros... acá un relato de mi libro "Baúl de cuentos de la abuela"...porque es lo que más me gusta hacer, porque lo hago desde el cuore...un regalito de la boticaria para ustedes.
10 de Noviembre : Día de la abuela.
¡Qué les guste!


 La pintura de Juana
A mi bisabuela Juana.

 La abuela pintaba muchos personajes. Mi preferido era el mural en donde había una mujer vasca, con un delantal blanco y un bolsillo enorme, desde donde sacaba regalos para los chicos que la rodeaban. Todos reían ahí adentro entre pinceles, la vieja y sus nietos. Ella entregaba sorpresas para cada uno.
Y los cuatro chicos esperaban lo que la abuela les daría.
A la nena de pelo negro y lacio, le tocó una tarjetita con una rosa roja. Sus manos chiquitas la agarraron con ansiedad y se pinchó con una espina. En su cara aparecían unas lágrimas de dolor.
Y los otros tres, varones, tenían una pelota,un saxo y un bonete. Ellos sí reían. José su primo músico, Juan su hermano y Manuel el audaz payaso de circo.
 Sus vidas se chocaban en medio del cuadro. Yo miraba y me metía en el mundo inventado por Juana.
Los varones se empujaban entre ellos, para estar más cerca de la abuela, mientras la pequeña se miraba su dedo ensangrentado. Una lágrima a punto de nacer, chocaba contra la mano llena de arrugas que la acariciaba.
Juana diluía las peleas entre primos, con un dulce o una estampa dibujada.
La carrera por el patio del fondo, el ciruelo que los miraba desafiante con sus frutos, la pelota que chocaba con sus ramas,una manzana que rodaba por el suelo y ella que los retaba en su idioma y sus risas cómplices de picardía.
Me levanté de golpe y agarré el cuadro, me metí entre los pinceles.
Entre pasteles y colores chillones, dibujé mi sonrisa.
Esa sonrisa que quería ser parte de la historia.
Ahora seríamos: la abuela, los chicos y yo.
Ahora, yo sería la pintura de Juana… también.

 Autora: Graciela boticaria Amalfi.

Extraído de mi último libro : "Baúl de cuentos de la abuela"
Si alguno de Uds quiere adquirir este libro o alguno de mis otros libros...me manda un mail a : 
gracielaamalfi@gmail.com o me contacta a mi perfil en facebook: Graciela Amalfi o Boticaria Letras Desarmadas Amalfi.
Graciassssssssssssssssssssssssssss

martes, 5 de noviembre de 2013

Abriendo el "Baúl de cuentos de la abuela". Primer relato.

Hola amigos del blog boticario, durante las próximas 22 publicaciones compartiré los cuentos del baúl de mi abuela.

Mi último libro , "Baúl de cuentos de la abuela", se divide en dos partes : 

Parte 1/ Los cuentos de la abuela...esos cuentos que la abuela me contó.

Parte 2/ Los cuentos del baúl...esos cuentos que la abuela no me quiso contar.

El libro está ilustrado en su interior con fotos en blanco y negro de mis bisabuelos paternos: Juana y Pascual.

Si alguno de ustedes quiere adquirir el libro en papel, se puede comunicar conmigo a mi correo electrónico: gracielaamalfi@gmail.com


Acá va el cuento que abre el baúl...



A modo de prólogo, acá comienzan las historias, que la abuela  me dejó en su baúl de cuentos…

La sillita de madera

    En la vereda del pueblo, la sillita de madera que mi padre había usado en su niñez, lucía orgullosa entre la abuela Juana y yo. En sus inicios había sido testigo de travesuras y aprendizajes, hoy volvía a ser testigo. Esta vez, de historias pasadas, algunas llenas de imaginación, otras reales, como mi bisabuela y yo.

Mis cuatro años apenas podían hacer equilibrio, entre los ladrillos desalineados y mi asiento viejo. 

La abuela con su tez bien blanca, su pelo cano recogido y mi mirada expectante, sonreía a una tarde de verano, que nos metería en  medio de muchos relatos.

Ella recordaba sus años mozos, las travesuras de sus cuatro hijos varones y las de su nieto Pochito, mi padre. Yo preguntaba y siempre quería saber más y aunque las cosas contadas solían repetirse, mis ganas de conocerlas querían oírlas una y otra vez.

Los teros en el largo fondo de la casa, repleta de arbustos, nos hacían el eco cuentero, y de vez en cuando un “teru-teru”, aparecía entre las dos. Tal vez, para llamar la atención. Tal vez, porque ellos también tenían algo que decir.

La cocina a leña  dejaba traslucir su tinte a hogar, a familia, a chicos que corrían por el largo living. Las fotos enmarcadas también se asomaban a la vereda, para decirnos que querían participar de la charla. Por supuesto que participaban: los retratos viejos, los de los nietos de la Capital y los del pueblo, los trajes del casamiento de Juana y el bisabuelo que apenas conocí...todos.

La sillita de madera era el personaje principal. No cualquiera podía sentarse ahí, Juana la reservaba para unos pocos. Yo, tenía el privilegio, de ser uno de los elegidos para el ritual. Ese ritual que consistía en sacarla a la vereda con mucho cuidado, para que no se rompa, ni se raye. La madera estaba vieja y solía hacer un crash, cuando nos distraíamos un poco.

A veces aparecía alguna vecina que se incorporaba al diálogo. Yo seguía escuchando, no me perdía una palabra, iba tejiendo las historias que ahora suelo volcar en un papel.

El almacén de la esquina con los ladrillos, tan desalineados como los de nuestra vereda, nos miraba desde enfrente, dando un signo de aprobación a nuestra conversación.

La radio antigua nos relataba novelas de amores desconocidos. Los personajes salían del aparato riendo o llorando, enfrentándose en medio de la vereda, para pelear por un amor o abandonarlo para siempre.

La abuela Juana, vasca y porfiada, me contaba sus secretos del pasado, yo los atesoraba en el alma, y la silla, la silla de madera nos miraba con satisfacción. Satisfacción de haber vivido muchas de esas historias. Satisfacción de poder estar aún vigente.

La abuela se fue al poco tiempo, la silla no sé en qué rincón habrá quedado abandonada, por eso es que hoy, me pongo a escribir algunos de esos cuentos que la abuela Juana, me dejó... en su baúl.

Graciela Amalfi, la autora.


Amalfi, Graciela
    Baúl de cuentos de la abuela. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Boticaria Club de Cuentos, 2013.
    86 p. ; 21x15 cm.

    ISBN 978-987-29684-0-3          

    1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título.
    CDD A863

Fecha de Catalogación: 04/07/2013

Contacto con la autora:

www.facebook.com/Boticaria Letras Desarmadas Amalfi
Twitter: @AmalfiGra


Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN 978-987-29684-0-3
Impreso en Argentina. Derechos reservados.



 

Novedades de diciembre 2023.

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