domingo, 10 de octubre de 2010

Kumiko...yendo a casa. Parte D.




Kumiko…yendo a casa. Parte D.


La carta marchó hacia su destino, la casa de mis padres. Sólo restaba esperar la respuesta, el regreso, la vuelta. Ese entretiempo me incitaba a comerme la uñas, a leer mucho para que las horas corrieran más rápido y a pensar.
Los pensamientos me recorrían por dentro y por fuera, traspasaban mi piel y la penetraban para acomodarse en el lugar que les resultaba más cómodo.
Amaneció el lunes y con él, el día número diecisiete de la salida de mi carta. En cualquier momento tendría noticias, estaba segura.
A la tarde sonó el timbre de la merienda y acompañando a ese sonido rápido y escurridizo apareció “la amargada” con una risa sutil y delgada anunciando a viva voz:

–“Kumiko, prepara tu maleta, mañana te irás a pasar unos días a tu casa”.

Me emocioné y corrí a abrazarla. No podía con mi alegría. Sallie, ya repuesta de su enfermedad, saltaba a mi lado, ella también estaba feliz por la buena nueva.
Esa noche no pude dormir. La mañana no amanecía. La luna ahí en el medio del cielo sin moverse para dar paso al sol. Hubiera querido descolgar una a una a las estrellas y a la luna también, para apurar la mañana.
Mi maleta apenas podía cerrarse, y eso que venía conmigo un bolso de mano, con un par de libros y cosas femeninas que toda muchacha debe llevar en un viaje de veinte horas.
El portero del colegio me llevó a la estación del ferrocarril. A las nueve de la mañana rodaría por las vías del pueblo el distinguido transporte. El humo de la máquina se vería desde lejos, su luz se iría acercando y me enceguecería.
El jefe de la estación hizo sonar la campana de despedida como si fuera el campanario de la catedral más grande del mundo.
Me ubiqué en el único asiento libre que encontré pegado a la ventanilla. Mi maleta ya estaba acomodada, yo también.
El viaje comenzó. El tren, mis pertenencias y yo recorreríamos juntos esas millas que separaban mi casa de ese lugar.
Sonó el pito fulminante y certero. Hubo adioses acompasados con pañuelos arrugados y manos desorientadas.
Yo sonreí, y pensé, imaginé mi llegada. Las vías sentían fatiga por tanto peso deslizado y eran testigos de ilusiones, despedidas y reencuentros.
Apoyada contra la ventanilla miré el espeso paisaje formado por árboles corpulentos, por algunos arbustos pequeños y por los pájaros danzando en medio de esa naturaleza llena de vida. El tren marchaba, seguía marchando sobre los durmientes gastados de soledad y abandono.
Las horas iban pasando, el sol del mediodía se acercaba a su ocaso y mis ojos tenían ganas de cerrarse. En el viaje leí, comí algunos alimentos que me habían preparado en el comedor del colegio, fui dos veces al baño. El sonido de la máquina se había enquistado en mis oídos, pero en lugar de escucharlo como algo repulsivo me sentía atraída por ese sonido que me llevaría a mi paraíso, a mi casa.
La noche llegó, el tren siguió andando y yo me quedé dormida. Las horas caminaban rápido hacia el precipicio de la madrugada. Mi pueblo se estaba acercando a nosotros. Se preparaba al encuentro como un niño desamparado que espera a una madre nueva, como un papel vacío de letras que acaba de llenarse, como una niña de un colegio de niñas que regresa después de dos meses de ausencia…


GRACIELA AMALFI-OCTUBRE DE 2010

5 comentarios:

  1. hola grace
    La verdad es que no llego, pero casi ya está terminado. Hice múltiples correcciones (y eso que no soy obsesiva! jaja) y una amiga diseñó todo, quedó lindo. Vos ya editaste? quiero tenerlo en mis manos!!!!!!!! besos grandes y gracias por leerme.
    compi

    p.d. Me gustó mucho la imagen de la madrugada como un precipicio, como si estuviéramos escalándolo toda la noche.

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  2. Hola Grace! recién te postée pero al parecer se borró. Qué extraño.
    Quería agradecerte que me hayas leído y decirte que mi libro está por terminar de ser corregido jaja una amiga diseñó la tapa y quedó bonito así que ni bien salga te lo regalaré! el tuyo ya está? lo quieroo!!!
    Me gustó mucho la imagen de la madrugada como precipicio. Escalamos la noche hasta llegar a él!
    besos y globos!

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  3. Me encanto Gra, esa personalidad errante de Kumiko, quiero las otras partes! Beso grande Ale

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  4. HOLA GRA.
    ME PARECE ESTAR VIVIENDO A KUMIKO.
    ¡QUÉ BUENA MANERA DE LLEGAR AL LECTOR!
    HABILIDAD PUES, DE KUMIKO EXCLUSIVAMENTE.
    BESOS Y MIS FELICITACIONES (A KUMIKO?)

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  5. Hola, Graciela. Soy Fabio, compraste uno de mis libros en la FLIA. Gracias de nuevo. Leí el cuento que me dejaste, el de Julián y su carrera eterna. Me gustó, tiene ritmo y un final penetrante. Aprovechando que entré al blog también leí Kumico yendo a casa. También es un lindo relato.
    Hasta pronto.
    Besos

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